La filipina-japonesa Yuka Saso ya había logrado un título mayor, que fue el U.S. Women’s Open en 2021, cuando venció en una gran exhibición y se dio a conocer como una jugadora de gran potencial. Pero posteriormente y como sucede a menudo, las jugadoras entran en una etapa de cambios y experimentación y comienzan a bajar en su rendimiento. Saso, durante una buena parte de las dos últimas temporadas, estuvo en un declive que llevó a muchos a pensar si la japonesa volvería a ganar en la LPGA. Ya no se le veía competitiva y habían surgido nuevas figuras que la habían eclipsado.
Pero esta semana, en la fantástica cancha de Lancaster, en Pennsylvania, Saso se creció en la ronda final y echó para abajo los pronósticos en favor de una gran favorita, la australiana Minjee Lee, quien también es una excampeona de este clásico. Lee, la ganadora en 2022 y quien venía muy inspirada luego de haber disparado un espectacular 66 en la tercera ronda, se desplomó al final con 78 golpes y le abrió el paso para que Saso se quedara con el título, un clásico nacido en 1946. Otra jugadora que no soportó la presión fue la californiana Andrea Lee, que el domingo se cayó con registro de 75, luego de que el sábado había escalado hasta el liderato, empatada con la propia Lee y con la sorpresiva tailandesa Wichanee Meechai, cada una en cuatro-bajo par.
Con este panorama, surgió Yuka Saso con su sólido 68 para ganar con score de 276 golpes, cuatro-bajo par. Solamente hubo otra jugadora que terminó bajo-par y esa fue la japonsesa Hinako Shibuno, con registro de 279 golpes, uno-bajo par. Shibuno no es una extrañapara estas competencias, ya que previamente ganó el Women’s British Open, de manera inesperada ciertamente.
Ally Ewing (66) y Andrea Lee (75) compartieron el tercer sitio, cada una con score de 280 golpes, par de campo. Albane Valenzuela tuvo destellos en el torneo y finalizó en el lugar 29, con 289 golpes, Gaby López terminó más abajo, en el lugar 39 con 291 golpes.
Mauricio Durazo Villanueva